En el despacho de abogados de familia en Santander llevamos todo tipo de casos, siempre mediando para que nuestros clientes consigan lo que pretenden amparándose en las leyes.
Nuestros abogados de familia Santander han estudiado de forma concienzuda la cuestión de las mascotas, los animales al cuidado de una pareja cuando se produce un divorcio. Aunque en un principio puede parecer una cosa un tanto absurda, no lo es para nada. Entran en juego factores sentimentales, tanto por la parte del animal, como la de los dueños y que pueden dar al traste con una separación amistosa. Analicemos con detalle.
En primer lugar, la legislación considera a una mascota, en los casos de divorcio, como "bienes muebles". Es decir, y aunque suene duro, que tienen una consideración legal similar a un televisor, un coche o un aparato de pesas. A partir de ahí, si el divorcio se efectúa de manera amistosa, ambos cónyuges acordarán quién se queda con la o las mascotas.
Pero si no hay acuerdo y se va a juicio, ambos podrán solicitar la custodia del animal, cada uno con los elementos que refuercen su postura. La solución al entuerto será, normalmente, una de estas dos:
- Custodia única. El juez decreta que uno de los dos se quede con la mascota, y la otra persona tendrá la posibilidad de poder disfrutar del animal durante visitas periódicas.
- Custodia compartida. Ambos disfrutan en periodos alternos de su mascota, según acuerdo o mandato del juez.
Es por ello que desde Abogado Richardson no nos parece nada descabellado incluir a las mascotas en los acuerdos de separaciones de bienes antes de que se llegue a esta situación. En este caso, aquel que adquirió la mascota pasa a ser su propietario y, en caso de divorcio, tendría la propiedad absoluta del animal, evitando así problemas legales y también molestias en animales que, en algunos casos (gatos, tortugas) sufrirían especialmente de traslados continuos.